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A comienzos de los años 1980, numerosos vehículos estaban utilizando componentes electrónicos y computadoras de a bordo para controlar muchos de los sistemas de control del motor, tales como el de combustible y el de encendido. Los sensores y los actuadores detectan el funcionamiento de los componentes específicos (los sensores de oxígeno) y accionan otros componentes (los inyectores de combustible) para mantener un control óptimo del motor. Una computadora de a bordo, conocida a veces como "módulo de control del tren de potencia" o "unidad de control del motor", controla todos estos sistemas.

Con el software de computadora apropiado, la computadora de a bordo es capaz de monitorear todos los sensores y actuadores para determinar si están funcionando según lo previsto. La computadora puede detectar un mal funcionamiento o un deterioro de los diversos sensores y actuadores, generalmente mucho antes de que el conductor se dé cuenta del problema a través de una pérdida de rendimiento o maniobrabilidad del vehículo.

Los fabricantes de vehículos tuvieron que desarrollar maneras de diagnosticar los problemas generados por el nuevo equipo electrónico que se encuentra debajo del capó (cofre). Los sensores y los actuadores, junto con el software de computadora de diagnóstico instalado en la computadora de a bordo, forman lo que se conoce como el sistema de diagnóstico a bordo u OBD.

El propósito del OBD era monitorear los muchos sistemas del automóvil. Cuando el sistema de computadora del automóvil detecta una falla, se supone que tienen que ocurrir las tres cosas siguientes.
  • Que se encienda una luz de advertencia en el tablero de instrumentos para informar al conductor que existe un problema.
  • Que se establezca un código en la computadora.
  • Que se almacene el código en la memoria de la computadora para que pueda ser recuperado más tarde por un técnico, para hacer el diagnóstico y la reparación.
Hay circunstancias en las cuales la computadora del vehículo detectará un problema en el sistema antes de que el conductor observe un problema de maniobrabilidad. Asimismo, el OBD puede detectar problemas que quizás no sean observables mediante inspección visual, porque muchas fallas de los componentes que impactan en las emisiones pueden ser de carácter eléctrico o incluso químico. Al detectar estas fallas relacionadas con las emisiones y alertar al conductor de la necesidad de una reparación potencial, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) espera que los vehículos sean reparados adecuadamente antes de que las emisiones se vuelvan un problema.

Este sistema funcionó tan bien que en 1986 California ordenó que todos los automóviles vendidos en el estado fueran equipados con un OBD. Luego, esto se volvió un estándar de la industria en toda la nación, y todos los automóviles vendidos en el país incorporaron alguna forma de OBD.

La Ley del Aire Limpio de 1990 dispuso que, comenzando con el modelo del año 1996, todos los vehículos de menos de 14,000 lb (por ej., autos de pasajeros, camionetas y vehículos utilitarios deportivos) deberían estar equipados con una nueva versión de diagnósticos a bordo. Este sistema pasó a conocerse como OBD II. Los fabricantes completaron la instalación antes de la fecha límite y casi todos los automóviles estuvieron equipados con el OBD II en el modelo del año 1995.

El sistema de OBD II monitorea prácticamente todos los componentes que pueden afectar el rendimiento de emisiones del vehículo, para asegurar que éste permanezca lo más limpio posible durante toda su vida, y ayuda a los técnicos de reparaciones a diagnosticar y resolver los problemas con los controles computarizados del motor. Si se detecta un problema, el sistema de OBD II enciende una lámpara de advertencia en el panel de instrumentos del vehículo para alertar al conductor. Esta lámpara de advertencia contiene típicamente la frase "Check Engine" (Revisar el motor) o "Service Engine Soon" (Hacer servicio del motor pronto).

El sistema también almacenará información importante sobre el malfuncionamiento detectado, para que un técnico de reparaciones pueda encontrar y resolver con precisión el problema.

El objetivo de los sistemas de OBD es asegurar el funcionamiento adecuado del sistema de emisiones de absolutamente todos los vehículos y camiones ligeros durante toda su vida, monitoreando los componentes y sistemas relacionados con las emisiones para detectar si hay mal funcionamiento y/o deterioro. Un aspecto importante del OBD es su capacidad para notificar un problema al conductor antes de que las emisiones del vehículo hayan aumentado significativamente. Si el vehículo se lleva a tiempo a un taller de reparación, se puede reparar apropiadamente antes de que ocurra cualquier aumento significativo de las emisiones. Los sistemas de OBD también proporcionarán a los fabricantes de automóviles valiosa información retroactiva de los vehículos de sus clientes, la cual se puede utilizar para mejorar los diseños de los vehículos y de los sistemas de control de emisiones.

Los sistemas de OBD están diseñados para alertar a los conductores cuando algo en el sistema de control de emisiones comienza a deteriorarse o falla. El diagnóstico temprano seguido por la reparación a tiempo puede evitar a menudo reparaciones más costosas, tanto en los sistemas de control de emisiones como en otros sistemas del vehículo, que pueden afectar el rendimiento del mismo, tal como la economía de combustible.